La cliente de ayer me recordó con toda su crudeza el desgarro interno que se produce en el interior de ese conglomerado de instintos, motivaciones, pensamientos, emociones y conductas que es el ser humano, delante de un dilema o duda vital. Es , literalmente, como si una parte de uno mismo luchara contra otra parte del mismo yo.Y me hace reflexionar sobre la maravilla que es el funcionamiento integrado de dichos subsistemas de la personalidad. Sentirse tranquilo, ajustado, adaptado. Esto que parece tan habitual ,tan cotidiano para muchos de nosotros, es realmente uno de los mayores logros de la naturaleza humana. Parece mentira que, en medio de un marasmo de estímulos exteriores entre los que nos movemos habitualmente en este inicio de siglo, consigamos mantener la mayor parte del día, la mayoría de días, la unidad interna y el bienestar que conlleva. ¿Quién no se ha sentido, alguna vez, confuso, desorientado, atrapado en fin entre dos posibilidades, dos opciones, dos o más caminos diferentes?. “Estar en la encrucijada” es una expresión que, visualmente, resulta muy potente y adecuada para este estado anímico interno. Sin embargo, una y otra vez, y desgraciadamente no sabemos cuando, la vida te presenta situaciones problemáticas, complejas, en las que es ineludible posicionarse (conflictos familiares, proyectos vitales, carrera profesional...) y que ponen en peligro dicha unidad emocional-cognitiva. Yo, que estaba tan tranquilo, que sentía que, relativamente al menos, dominaba mi vida, mis emociones, mi estado de ánimo, aquí estoy, confundido y sin ver una salida aparente. Delante de esto entonces, podemos evadirnos, hacer como que no están (mentira, siempre las llevaremos pendientes, “el hombre lleva consigo heridas de todas las batallas que no ha librado”) o, entre asustados y corajudos podemos empezar a mirarlas a la cara. Empezar a tomar contacto con nuestro desgarro interno, con el desasosiego de la inseguridad , de la incertidumbre, del no saber qué hacer, hacia dónde decidir ni dirigirnos. Este primer contacto, normalmente desagradable es, en la mayoría de ocasiones, lo que nos llevará a a pre-ocuparnos, y más tarde a ocuparnos de la situación conflictiva. Tras este primer contacto, nos concierne ir transitando por el camino de las posibilidades que se nos presentan. Sin embargo, para que sea un transito productivo, y no sólo un “marear la perdiz” interno, con el resultado probable de una parálisis decisoria y acaso vital( emocional, práxica, ideativa) , seria bueno incluir algunas ideas: no sólo utilizar la parte cognitiva para decidir, ya que dejaríamos fuera el 50 por ciento de información: la del cuerpo. Sólo con la implicación somático-emocional podemos llegar a una conciencia plena sobre lo que nos encaja más de una determinada situación. En otras ocasiones, siguiendo las fases del proceso creativo, y entendiendo el proceso de decisión como una solución de problemas, deberemos dejar espacio y tiempo de inactividad sin presionar en la solución ,la llamada fase de “incubación” , necesaria para un verdadero trabajo interno y posterior resolución. Aún en otras, nos tocará discriminar los valores personales que se hayan implícitos en las opciones que se nos presentan, con vistas a discriminar cuáles nos aparecen cómo más “nuestros”, más genuinos, menos interiorizados del ambiente familiar o cultural que nos rodea. Tendremos que realizar toda y cada una de las fases del proceso decisorio que, en el modelo terapéutico humanista integrador (R.Rosal y A,Gimeno Bayón,2003), donde se enmarca esta reflexión, incluye cinco momentos diferentes: a) valoración b) decisión implicadora c) movilización de recursos d) planificación e) ejecución de la acción), cuyos factores no siempre son totalmente conscientes. Como puede observarse, cada transito es o será idiosincrásico, único en cada persona. En este sentido, a pesar de que hablamos de fases, no existen dos procesos decisorios iguales. Dependerán del estilo de personalidad que poseamos, de nuestro contexto vital actual, de nuestra experiencia previa y, como fondo, consciente o no , de nuestro proyecto vital. Sólo un proceso de decisión que contemple la totalidad de aspectos anteriores podrá resolverse en una solución plenamente satisfactoria, generando un movimiento evolutivo libre y sano. Autor: Miquel F. Oriol Guerrero. Cpich
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Agosto 2022
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